LA ECONOMÍA NACIONAL, LOS INGRESOS Y DEUDAS FAMILIARES EN PANDEMIA: CUANDO LOS FORMALES SON IGUALES A LOS INVISIBLES

LA ECONOMÍA NACIONAL, LOS INGRESOS Y DEUDAS FAMILIARES EN PANDEMIA: CUANDO LOS FORMALES SON IGUALES A LOS INVISIBLES
Manuel Bermúdez-Tapia Profesor de la Facultad de Derecho de la UNMSM
La economía a nivel mundial ha entrado en una situación de recesión, los índices económicos son tan negativos que se señala que se vivirá un panorama mucho más complejo y complicado que el registrado en el año 2009.
Las economías a nivel mundial van a colapsar y esto permitirá evaluar la verdadera legitimidad del Estado para evaluar el contexto de su propia economía donde habitualmente se ha defendido al empresario, porque de la actividad de este se desarrollaba todo el sistema formal en el país.
Sin embargo, este contexto de crisis ha permitido equilibrar las condiciones porque en esencia estamos ante una situación en la cual el sector formal, habitualmente excluyente y egoísta frente a otros sectores sociales se verá en las mismas condiciones que aquellos invisibles a los cuales jamás consideró como parte del país.
De este modo, empleados públicos y privados, personas con ingresos económicos formales y todo el mercado que sustentaba esta realidad se han quedado en las mismas condiciones que los invisibles en el país. Una crisis de contexto mundial ha logrado hacer válido y ejecutivo el principio de “igualdad” para todos y así un trabajador con sueldo estará igual que un desempleado. Una persona con seguro de salud estará igual que una persona que vive su enfermedad sin opción de ir a un médico.
Estarán en igualdad de condiciones aquel que dirigía su empresa con el que limpiaba el parabrisas de un vehículo en algún semáforo en alguna calle de Lima o del país.
La crisis ha llegado a niveles catastróficos y es necesario replantear que es “lo importante” y ante esto quien debe tomar la iniciativa es el propio Estado y una de las primeras acciones que se tomarán estará vinculado a la viabilidad y puesta en práctica de los derechos programáticos en el ámbito de los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales.
La falta de presupuesto dejará de ser un filtro para evitar atender las necesidades de la población porque si esta se afecta en su propia existencia, el Estado podría sucumbir y dado que ambas partes de necesitan se reformulará y se viabilizará el “Contrato social sinalagmático” por medio del cual “población y Estado” forman una relación dependiente entre entidades con naturaleza jurídica equivalente, porque no son iguales.
Esto permitirá evaluar de una mejor manera el modo en el cual se podrá salir de una crisis que probablemente le tome al país dos años, en términos financieros y a macro escala, pero que permitirá aliviar la crisis social a nivel económico, porque:
a) Los abismos sociales recién se toman en cuenta.
b) Las exclusiones sociales por falta de presupuesto deberán ser eliminadas.
c) Los niveles de impunidad en la gestión pública deberán ser mitigados porque de lo contrario se podría generar un país insostenible.
Se vienen muchos cambios y todo ello repercutirá en el ámbito de las relaciones familiares, especialmente a fines de mes de marzo donde los salarios de los trabajadores se verán reducido o no abonado en alguna cuenta bancaria.
Ese pánico que tendrán algunas familias será ampliado cuando los precios de muchos productos en los mercados suban de precio o sencillamente ya no se encuentren. A ello, la pérdida de muchas comodidades porque ya no podrán acceder a ellas.
La realidad siempre supera a la ficción y en redes sociales se observa como algunas personas se quejan de no tener servicio doméstico, de no poder ir al Regatas o de no poder surfear. Ahí observamos la doble visión que existe en el país para unos y para otros.
Esas personas no toman en cuenta que sólo en Lima, un tercio de la población no tiene acceso a agua potable y que más de la mitad de limeños no tiene trabajo formal, estable o que le garantice algún método de supervivencia.
Ahora esos “invisibles” serán foco de evaluación en las políticas sociales porque quienes hasta el momento sentía que “pagaban impuestos para beneficiar a otros” entenderán que su modo de vida deberá ser replanteado y la igualdad ha sido dura para todos.
En caso de continuar con la misma tendencia, los “invisibles” quedarán supeditados a una condición negativa que incidirá en lo económico, en lo social y en lo político en el país porque quienes asumirán esa carga (en lo moral) y en lo sostenible económicamente serán los formales, aquellos que ya no podrán emplear la tarjeta de crédito en un mercado, porque la casera no utiliza servicios digitales bancarios.
El reto es mayúsculo y se podrá observar la sostenibilidad de la economía peruana, en sus tres niveles: la formal, la informal y la que sobre vive el día a día y tal vez ya no se hablen más de las cinco categorías de población económica en el país: A, B, C, D y E, porque tal vez emplearemos un sistema decimal para medir la riqueza/pobreza en el país.
Las deudas constituirán la única referencia que ha logrado doblegar la economía de los formales y comprenderán lo que implica el vivir fuera de un contexto que siempre lo excluyó de toda alternativa y ejercía un abuso sobre una población que debía acceder a tratos indebidos para así garantizar su propia supervivencia (y la de su familia).
Téngase en cuenta el drama de dos jóvenes que murieron en una cadena de restaurantes y vean que la realidad de entonces se hace gráfica en todo el país. Sectores antagónicos están sufriendo en la misma intensidad este problema del Covid-19 y se requiere tener paciencia para poder estudiar un plan de acción ante una emergencia.
En lo familiar, se vienen cambios estructurales porque la familia o logra superar sus condiciones negativas o se genera una condición de separación que ponderará lo económico, sobre todo. Sin alimentos no se podría sobrevivir, pero sin ingresos todos asumiremos un estado de crisis total.